sábado, 27 de octubre de 2007

LA LIBIDINIZACION DE LA TAREA



Escribe: Lic. Raúl H. Pussetto
Foto: Ivan Torti

Toda actividad conciente representa un gasto libidinal, esto es energético, para el yo. La libido es al funcionamiento psíquico lo que la sangre al funcionamiento orgánico.
La libido es drenada en las actividades del yo. Es necesaria su recarga y dinamización. Lo uno para mantener niveles óptimos de reserva y lo segundo para volver tales cuantums libidinales accesibles al yo.
El yo, en tanto instancia psíquica, desarrolla conducta de “aproximación” respecto de aquellas actividades que le retribuyen ya sea en recarga o dinamización libidinal. Son las llamadas conductas de aproximación vs. las de evitación. Tales tipos conductuales sostienen al yo en la empresa de que se trate con un gasto energético menor . Se manifiestan en observables que son comúnmente llamados: motivación, interés, etc. En realidad son “las formas sublimadas” del deseo.


En momentos específicos de la vida, como la adolescencia, el yo tiene a la mano cuantums libidinales aumentados, esto es, elevadísimos si se los compara con otros momentos de la evolución de la libido previos o posteriores.
En tales circunstancias internas, múltiples objetos externos pueden funcionar, con umbrales de resistencia muchísimo más bajos que en otras etapas, como estímulos para el deseo.. Ser catectizados por él, es decir investidos, cargados libidinalmente y erigidos entonces como Objetos del deseo”. Lo grave es que tales objetos pueden ser, a la vez, destructores para con el yo: enajenantes, empobrecedores, angustiantes y hasta aniquiladores. El desafío social es, entonces, proponer objetos capaces de constituirse, además, en constructores respecto del YO. La tarea no es sencilla y constituye un desafío.
Los objetos del deseo proliferan, pululan, son inmediatos. Y si se instituyen intrapsíquicamente como tales, esto es como “Objetos del deseo”, se absolutizan y acaparan cada vez mayores volúmenes de deseo restándolo de otros Objetos posibles. Un ejemplo paradigmático lo presentan los objetos adictivos en cualquiera de sus inacabables formas: alcohol, drogas, conductas de juego, violencia real y simbólica, etc. Tales objetos son inmediatos, omnipresentes y plenos a la hora de la satisfacción. Los alimenta cualquier forma de ínter vinculación humana, si lo psíquico se vuelve vulnerable a su respecto. Así toda clase social ofrece un modo para el encuentro que siempre deja huella, al decir de Eduardo Vera Ocampo. Encuentro sujeto-objeto de la adicción. Así la marginalidad determinara formatos de objeto particulares en relación a la opulencia. Pero ambas tendrán asegurados caminos posibles, fácilmente transitables y para muchos inevitables hacia objetos del deseo destructivos para con el YO. Cambiarán sus brillos, pero todos serán brillosos para los que resulten obnubilados por ellos en el entramado social.


Lo social, decía, tiene el desafío entonces de presentar a la mesa de ofertas del yo, objetos (actividades, empresas de todo tipo, proyectos, etc.), capaces de competir con los Objetos del deseo anteriormente dichos. Tales deberán ser atractivos para con el deseo, convocantes en relación al yo y significativos respecto del Otro social vincular (familia, comunidad. El Otro del orden de la cultura, entendiendo por cultura la dimensión ínter subjetiva que humaniza metabolizando impulsos). Si no lo logran, si sólo son, acaso, propuestas bien orquestadas, bien fundamentadas, bien organizadas, bien planificadas...pero no “atractivas, cautivantes, brillantes” para el deseo de los hacedores y de los destinatarios, no serán capaces de salir de los escritorios y cajones y reuniones de sus creadores. Si tal es el caso los jóvenes seguirán en los boliches o en las plazas, con merca o fana, con botella o tetra, según los formatos a “que correspondan”...Pero seguirán demasiado lejos de las intensiones de los pensantes –y acaso sólo pensantes- “creadores de proyectos”.
Si los objetos propuestos a los jóvenes son cautivantes, se los verá apasionados por y en su concretización. Se lo advertirá apropiados de modos conductuales cada vez más ricos, menos estereotipados y de vinculaciones cada vez más ampliadas respecto de otros sociales variados y no sectoriales como grupos de pares idénticos.
Si un proyecto logra constituirse como objeto del deseo de algún joven, se verá al joven abocado al embeleso del encuentro con tal objeto. Y cantará, jugará, bailará, construirá dichoso, orgulloso, “apasionado”. Construirá “Vínculos saludables”: no hostiles, no destructivos respecto de la otredad. Vínculos no reivindicatorios desde el despojo propio o ajeno como un vs. inevitable, sino redefinitorios en términos de miradas cambiadas. Miradas que definen, que ubican, que aportan IDENTIDAD. Vínculos no del orden de la lógica de “él o yo”, sino de “él y yo”.

En QUIJOTADA trabajamos sobre la base de la premisa anteriormente presentada. Desarrollamos una actividad artística de calidad para que su fin estético se cumpla de modo genuino. Con todo, la función convocante del proyecto se vuelve posible y los jóvenes se convierten en los observables que verifican la condición de (1) un proyecto factible de libidinización pero, además, de (2) constitución yoica y de (3) inclusión social. O sea:
1-El proyecto QUIJOTADA es, en sí mismo, Objeto del deseo de los jóvenes: lo elijen, lo sostienen, lo realizan con interés genuino y desbordante. Todo se observa a simple vista en cada etapa de elaboración de cada una de las distintas producciones.
2-El proyecto QUIJOTADA enriquece al yo de los sujetos que lo desarrollan. Lo complejiza y construye: aporta elementos cognitivos –función pedagógica-, multiplica códigos vinculares –función dinámica- y complejiza modelos identificatorios –función subjetivante.
3-El proyecto QUIJOTADA genera mirada valorizante del entorno vincular. Produce un efecto estético sobre el escenario teatral que desborda sobre el escenario social y sirve de puntapié inicial a una mirada que se continúa a sí misma desde el “interés” generado a partir del hecho artístico.

En QUIJOTADA nada es porque sí. Ni los clásicos como argumento que contar, ni la Opera como instrumento para contar, ni la manera de contar –representar-. Todo está acordado por los QUIJOTES que encuentran en cada punto un punto cautivante y con el cual cautivar. Tal la relación del artista con su público. Tal el vínculo en el que ninguno de los vinculados resulta menos válido, segregado sino genuino y verdadero “par”.

...”La naturaleza es irrespetuosa con los de trajes caros, se mojan todos por igual”... (Pepe Cibrian campoy).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Impresionante lo que dice el licenciado Pussetto. Me entusiasma su trabajo en QUIJOTADA.