SOBRE LA CONCEPCIÓN DEL SUJETO DE APRENDIZAJE

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“La característica imperante en los grupos es la heterogeneidad y desde allí establecen un vínculo diario con los educadores.”

“Los alumnos llegan a la escuela acompañados de un bagaje de condiciones cotidianas, en la mayoría de los casos, desfavorables. Con relaciones socio-económicas y posibilidades culturales muy diferentes entre sí.”

Detrás de estas frases hechas, los docentes saben que tienen ante sí a un sujeto cognoscente y que más allá de matices de diferencias, una cuestión central e insoslayable es que se tiene que dar, a como de lugar, el aprendizaje.

No como otro lugar común, que de tan común se dice pero no se hace.

Facilitar el aprendizaje, otorgar el conocimiento, buscarlo, transformarlo, rehacerlo, incorporarlo.

Se debe tener en cuenta que los alumnos, vinculados con los docentes, con el conocimiento y la ética como mediadores, tienen la verdadera posibilidad de acceder a un conocimiento profundo, simbólico, más allá de lo aparente.

Que el alumno ingrese, permanezca y egrese del sistema, tiene que ver con la construcción de subjetividades que se entretejen con la palabra, la reflexión, el acto simbólico, antes que la acción irreflexiva, “sin sentido”, inmediata y utilitaria que envuelve a los actores del sistema educativo en estos tiempos que corren.

Laura Devetach, propone como hilo conductor del acercamiento al conocimiento/ aprendizaje, la toma de conciencia de la existencia de un imaginario colectivo, que hace pie en la vida cotidiana como primera respuesta para superar ese “choque cultural” y generacional que separa a los docentes de los alumnos.

No se puede negar la agobiante carga de dificultades para cualquier realización que tenga que ver con el conocimiento, que. Como ya sabemos, no cotiza en mercado.

Las políticas están estructuradas para la eficacia, la alta competencia, el injusto reparto de la riqueza, pero no hay que resignar tiempos de encuentro, construidos con los alumnos, expresión de emociones, sentido y capacidad de lucha, esfuerzo y trabajo para arribar al conocimiento, con capacidad para cambiar ángulos de mirada hacia el futuro.

Si el docente no posiciona como sujeto del deseo, no puede transmitir deseo de aprender en el otro.

Ser capaces de trascender una hora de clase, un toque de timbre, un programa cerrado de conocimientos y una materia aislada, nos permite luchar por condiciones dignas de trabajo, transmitir los derechos que cada uno tiene como persona y darle cabida al legítimo sentido de enseñar y aprender aunque haya que derribar muros socio- culturales para conocer más allá de lo que aparece en la superficie.

Prof. Paula Perazolo- Maestra de QUIJOTADA.

Nota originalmente publicada en QUIJOTADA, La Revista, Edición Nº 4.