Persecución y fusilamiento de 2000 obreros en la Patagonia durante el gobierno de Irigoyen, bombardeo militar a la Plaza de Mayo para derrocar a Perón y fusilamiento de militantes peronistas al año siguiente, guerrillas armadas en los ’70, Triple A y parapoliciales durante el tercer gobierno de Perón, entre otros, manchan la historia argentina con mucha sangre. En 1976, un grupo de oficiales preparados en su mayoría en la famosa “Escuelita de Panamá”, tomó el poder sin pedirle permiso a nadie, como era su costumbre. En esa lamentablemente famosa “Escuelita” (que funcionó hasta el año 2000 y que era controlada por los EE. UU.) se enseñó a ejercer de manera metódica un terror que ganó gran parte de la sociedad. Muchos apoyaron ese Golpe militar, creyendo que el caos en el que estaba sumido el país (con Isabel de Perón y López Rega a la cabeza) vería así una solución. Pero cuando Videla y compañía asumen, la Triple A y la “Escuelita de Famailla”, en Tucumán, ya se habían encargado de moderar la situación. Aduciendo la existencia de una guerra, que nunca existió, se secuestró, torturó y asesinó sin miramientos de antecedentes y sin dar posibilidad de disensión, cometiendo excesos y violaciones que, de haber existido una guerra, hubieran sido también crímenes y excesos aberrantes a todos los derechos humanos y constitucionales, porque también se sobrepasaron las leyes y reglamentaciones que existen para las guerras.
Para aclararnos un poco más el panorama y hablarnos sobre las consecuencias de estas atrocidades, consultamos al Lic. en Ciencias de la Educación Jesús Chirino, quien con mucha amabilidad respondió nuestras preguntas.
-¿Cuál cree usted que es la consecuencia más notable que dejó la dictadura?
-El individualismo. La dictadura llega con dos objetivos muy claros, de los cuales derivaron todos los otros: por un lado la implementación de un plan económico que iba en contra del desarrollo y de la industria y con la característica de favorecer a las clases dominantes, y por otro lado la institución del terror y otros mecanismos para desmovilizar otros grupos sociales que podían pelear por sus derechos. Para desmovilizar a estos grupos no sólo se aplicó el terror sino todo una ideología que tenía que ver con el individualismo, que es no poder reunirnos. Han sido enormes los esfuerzos de importantes sectores de la sociedad para volver a encontrar eso que nos ayude a reunirnos con el otro que sufre lo mismo. Sin lugar a dudas queda mucho por hacer.
-¿Qué piensa usted de esta especie de unanimidad que hay hoy en los medios de comunicación de repudiar a la dictadura?
-No es algo que hay que tomarse tan a pecho, porque la realidad social no puede ser representada en un pantalla de televisión por más que tenga 700 pulgadas, ni en la página de un diario. Hay como una suerte de unanimidad, pero hay que ser muy consciente de que hay sectores agazapados, que como éste no es el momento políticamente correcto no se pronuncian, pero son sectores que estuvieron a favor y lo van a estar, pero de todas maneras nosotros debemos apoyarnos en la organizaciones de derechos humanos, organizaciones políticas, volver a construir sistemas políticos, porque el nuestro es un sistema democrático que hoy se enmarca en lo republicano, partidos políticos con participación real que puedan expresar la necesidad de ciertos sectores, organizaciones sociales que puedan defender a los trabajadores y que todo éste tipo de organización nos sirva para encontrarnos y defender lo nuestro, pero nunca hay que dejar de lado esta consideración: hay sectores que siguen exactamente en la misma y que no se pronuncian.
-¿Usted cree que el “enano” fascista está esperando para saltar?
-No sé si será enano, porque hay algunos que son muy altos y también son fascistas. Hay un discurso bastante interesante, que es el de Bush, que apela a la democracia y en sus actos se ve que es la imposición del sector que representa y nada más. Si uno lee al propio Hitler, va a encontrar muchas referencias a lo democrático. El fascismo no sólo se va a expresar a través de las armas, se va a expresar en la intolerancia, en la incapacidad para escuchar al otro, en la incapacidad de discutir con el otro sin la descalificación, todo esto es lo que nosotros tenemos que erradicar para crear una sociedad realmente democrática.
-¿Cómo se vivió el golpe aquí, en Villa María?
-Aquí se sabía que el golpe tarde o temprano estaba llegando. Hubo un pronunciamiento de cierto sector empresarial en Buenos Aires, el discurso de Videla en Tucumán, el pronunciamiento de los Comandantes en Jefe de las tres armas. Aquí tomó el poder por orden del Tercer Cuerpo del Ejercito el mayor José Luis Cayetano Torres, que ingresó al despacho municipal del intendente Carlos Pizzorno, que había sido elegido por el pueblo, uniformado y con un grupo de soldados, portando dos armas, y lo destituyó. Por meses este señor ejerció el poder como comisionado interino del municipio y todos los días concurría a la Municipalidad cor una pistola ametralladora que dejaba al lado del sillón que ocupaba. Se prohibió la acción política, como en todo el país, y dictó una ordenanza prohibiendo la actividad gremial dentro del municipio, que firmó él junto a René Rodríguez, que era su secretario de gobierno.
-¿Usted cree que esta democracia sin equidad social que tenemos puede hacer que la sociedad vuelva a pedir una dictadura?
-No sé si la dictadura como la hemos vivido, pero hay que ser conscientes que, si la sociedad se maneja con niveles de injusticia como los que supieron parir los años ‘90, el peligro de las desviaciones patológicas de la vida institucional es un riesgo latente. Eso es algo de lo que tiene que ser consciente toda la clase dirigente. Los niveles de equidad social son necesarios para dejar de lado esas desviaciones que podrán tomar otro rumbo en este momento y no una dictadura militar, pero sin equidad es probable que se produzcan desviaciones, y eso hay que saberlo anticipar.
-¿Cuáles son las políticas en dónde se nota más el hilo de la dictadura hoy?
-El hilo de la dictadura fue morigerado durante el primer gobierno democrático y fue exacerbado en el gobierno menemista y los “Chicago boys”, que lo único que les interesaba era controlar el circulante y romper con toda posibilidad de desarrollo industrial. Esto venía a sustituir un modelo anterior, que era el modelo de la sustitución de la importaciones y campeaba la visión económica internacional de aquellos años. Cuando se continuó con políticas de desinstitucionalización, ese fue el hilo más claramente conectado con el plan de la dictadura. Y otra cuestión que hay que señalar es que esto era tan loco y perverso que quienes ingeniaron este plan económico pensaron que si había menos industria había menos trabajadores y que si había menos trabajadores había menos gente movilizada, una cosa absurda, pero una manera de pensar el país desde los que tienen dinero. Algo que tenemos que aprender es que la sociedad tiene distintos grupos con distintos intereses y esos distintos intereses nos llevan a distintos conflictos. Lo que tenemos que ver es eso y ver cómo los tratamos, porque si los ignoramos pueden elevarse los niveles de inequidad y llevar a esas desviaciones patológicas de las que hablábamos.
-¿Me podría dar dos o tres puntos para poder sanar las heridas de la dictadura?
-Hay una necesidad de reconstruir las instituciones de cara a una sociedad entendida como la acabamos de decir, porque las instituciones también se pueden reconstruir con vacío de contenido, desgraciadamente. Por otro lado, la necesidad de justicia y el poder pensar qué nos pasó como sociedad para que esto sucediera. Esa es la gran lección: la necesidad de justicia para también poder recuperar a aquellos desaparecidos que están con vida, que son los nietos. Hay hijos de personas desaparecidos durante la dictadura que están viviendo sin saber quienes son sus padres y están viviendo con apropiadores que dicen ser sus padres. Esta es una tarea que nos tiene que comprometer a todos. La tarea que desarrollan las Abuelas de Plaza de Mayo, de la cual nadie puede quedar afuera, porque, si bien no todo, algo de eso podemos reparar al hacerle saber cual fue su familia, siempre respetando los deseos de esos chicos, y en esa búsqueda Villa María puede colaborar. De hecho hoy lo está haciendo con la sede de las abuelas. Y después, reconstruir toda las posibilidades de discusiones reales entre distintos actores de la sociedad, desarrollar ciertos anticuerpos contra aquellos que se quieren imponer sin discutir ideas, por los mecanismos que fueren, por los mecanismos que hacen pensar que, como dijo Maquiavelo , “gobernar es hacer creer”. Los militares desarrollaron una interesante campaña de publicidad sobre su régimen y a veces, sin ser gobiernos totalitarios, hay algunos gestos en cuanto al desarrollo de la propaganda que no aporta mucho desde el gobierno en cuanto a la discusión de ideas. Hay una manipulación de la opinión pública y todas esas cosas que si queremos construir una democracia deberíamos obviarlas y plantear la real participación de la gente. Hay que ver qué pasó con la participación que había en los ‘70, qué sufrió la sociedad para llegar a este estado y cuáles son las políticas que podemos desarrollar ahora para retomar esa participación. No es que a la gente no le interese participar, quizá no entienda que no va a ser, ni para ellos, ni para su grupo, ni para la sociedad, muy útil la participación, porque a veces es una participación en la que no se puede decidir.
En épocas de democracia, desde el ’83 a esta parte, ya llevamos cerca de 2000 muertes a causa de represiones policiales, como la ocurrida en diciembre del 2001, con la caída de De la Rua, presidencia que también se llevó la vida de dos manifestantes de Oran, en Salta, cuando recién llevaba dos semanas en el poder, o los piqueteros Kostequi y Santillán, con Duhalde en el sillón presidencial, y todavía no se han esclarecido los atentados de la AMIA, la Embajada de Israel, la de la Fabrica Militar de Río Tercero, y muertes con marcas mafiosas, como la del reportero gráfico José Luis Cabezas, todas durante el gobierno de Carlos Menem, que también perdió a su hijo, en un confuso accidente aéreo. Y deberíamos contar, sin duda, las muertes producidas por el hambre, la indigencia y la falta de contención social, que también suman de a miles. La pregunta que me surge es: ¿aprendimos algo?
Entrevista realizada por Daniel Castoldi y publicada en la edición Nº 2 de la revista cultural La Hoja del Rock