viernes, 15 de mayo de 2009

TEATRO COMUNITARIO Y TRANSFORMACIÓN SOCIAL


"El arte no es un espejo en el que nos contemplamos, sino un destino en el que nos realizamos."
Octavio Paz


Abundan las declaraciones de que el arte, y en particular el teatro, pueden transformar la sociedad. En una época de globalización descarnada, genocidio y destrucción medioambiental, en una época donde el individuo mastica la sordidez de una existencia aislada y rota que intenta aplacar con materialismo, el argumento de que el teatro puede cambiar al mundo se vuelve más y más dudoso, por no decir risible.

Quizás el problema esté en una cuestión de enfoque. Es cierto que el teatro no va a ser nunca un caballo de Troya que se infiltre en el sistema neoliberal y lo derrote, o una fuerza que construya un paraíso de equidad y justicia. Tal pensar no es realista, ni tampoco es ésa la función del arte. Pero en una época en la que nuestra supervivencia como especie en el planeta se ve amenazada como nunca antes, tenemos la obligación de analizar de qué manera el teatro puede ayudarnos a superar este desafío.

Pensemos en el teatro comunitario, definido como teatro no profesional hecho por miembros de una comunidad para otros miembros de esa comunidad, generalmente tratando asuntos y temáticas que afectan a dicha colectividad. Hay tres puntos, dos de ellos importantes, el último excepcionalmente trascendental, que pueden ayudar al esbozo de una respuesta a la problemática arriba planteada.

Primero, el teatro comunitario genera cultura. La cultura, que no es sino un vehículo de códigos y estrategias que permiten y reproducen la continuidad de la comunidad, es en este caso dislocada del sistema de producción comercial o académica y se transmite en un marco lúdico y de placer.

Se reivindican así culturas aplastadas en procesos colonizadores o identidades expulsadas a los márgenes sociales. Se generan en muchos casos contraculturas, o culturas subversivas. Estas culturas “alternativas” recuperan o producen modos de saber y de comportamiento (conocimiento) que pueden ser aplicados en el trabajo de imaginar una nueva realidad.

En segundo lugar, el teatro comunitario produce participación, que a su vez produce comunidad, logro nada deleznable en una época caracterizada por la apatía y la desgana. En muchas ocasiones, el teatro comunitario ofrece un espacio donde individuos a los que el sistema les niega participación pueden tomar parte de tales procesos y reconocerse a si mismos en los problemas de los otros integrantes.

También se dan con frecuencia casos de fuerte interacción entre miembros de diferentes generaciones desde una posición de igualdad y paridad. Así el niño que “es muy joven para opinar” y el anciano que “es muy viejo para saber lo que dice” pueden romper las limitaciones sociales que se les imponen y trabajar juntos.

Es en el proceso de participación cuando los integrantes de una compañía de teatro comunitario cambian el esquema horizontal de delegación por el de creación colectiva, lo cual lleva a un desarrollo de la responsabilidad del individuo para con el grupo, que no es sino una actualización del proceso político a menor escala. Así el teatro comunitario no sólo completa el derecho de todos al arte, sino a participar en la política.

El filósofo francés Gilles Deleuze decía que “Crear no es arte. Es resistir.” El teatro comunitario permite esa resistencia no sólo contra un sistema económico, de pensar, etc., sino una resistencia a la inercia y las rémoras sociales dentro de nosotros mismos.

Esta reflexión desemboca en el último punto: el teatro comunitario transforma al individuo, lo cambia en lo más interno de su ser de forma irrevocable. El proceso de meterse dentro de un personaje, de enfrentar al Otro y tratarlo de entender, lleva al desarrollo de la empatía. El ejercicio de comprender las circunstancias y problemáticas del Otro puede ser aplicado en la vida real. Podemos intentar meternos en la piel del inmigrante o del marginado. De esta empatía nace la compasión, la tolerancia y la indignación ante ciertas realidades sociales. Sólo con estos tres elementos pude sostenerse la acción social.

El teatro comunitario nos activa, nos inspira, nos educa, nos da poder. El teatro comunitario nos hace ciudadanos más responsables y comprometidos. Esto es importante si reflexionamos un momento sobre el epitafio de Milton Hawethorn, arzobispo anglicano, que ofrece la que puede ser la más lúcida de las teorías sobre el verdadero cambio social:

“Quise cambiar el mundo y tras mucho intentarlo fracasé.
Después quise cambiar mi país pero fue imposible.
Volví mis deseos reformistas a mi comunidad pero fallé.
En los últimos años de mi vida me centré en cambiar a mi familia
pero fracasé de nuevo.
Intenté por último cambiarme a mí mismo, para ya era muy tarde.

Descubrí que si me hubiera cambiado a mí mismo primero,
quizás hubiera inspirado y dado ejemplo a mis familiares,
quienes a su vez hubieran cambiado irremediablemente la comunidad.
Una nueva comunidad podría haber cambiado a un país,
y un país quizás al mundo.”

Esta teoría del cambio social se basa en el motivo de círculos concéntricos, donde el cambio se origina desde un pequeño círculo y se extiende hacia afuera, como las ondas que se forman en el agua al arrojar una piedra. El teatro comunitario ha demostrado que puede ser esa piedra, ese destino como dice Octavio Paz, donde nos realizamos.


Héctor Pascual Álvarez, pasante español de QUIJOTADA.

Nota originalmente publicada en la 2ª edición de QUIJOTADA, La Revista.

domingo, 10 de mayo de 2009

QUIJOTADA Y OTRA GRAN NOCHE DE TEATRO


El las instalaciones del IPEM 322, QUIJOTADA volvió a brindar una maravillosa noche de teatro, en esta oportunidad presentando la ópera prima de Damián Mahler y Mariano Taccagni, La Metamorfosis, ¿quién serás al despertar?, basada sobre el original de Franz Kafka.
Tensa, dramática, sin respiro, la obra transucrre sin cortes, dejando al espectador atento a cada escena, que era despedida con aplusos cargados de admiración.
Los actores, como siempre, brindaron una entrega y concentración sorpredentes.

jueves, 7 de mayo de 2009

METAMORFOSIS EN EL IPEM


El próximo sábado 9 de mayo, QUIJOTADA presenta La metamorfosis, ¿quién serás al despertar?, obra adaptada por Damián Mahler y Mariano Taccagni sobre el libro original de Franz Kafka.
El horario de comienzo es las 21:45, en el IPEM 322 de Villa Nueva (Rivadavia esq. Lima.)
La entrada es GRATUITA.

Auspician: La Municipalidad de Villa Nueva y el Área de Cultura.

martes, 5 de mayo de 2009

EMOTIVO CIERRE DEL SEMINARIO A CARGO DE QUIJOTADA



Como cierre del Seminario Internacional Literatura y niñez en riesgo, QUIJOTADA presentó El jorobado de París, creación de Cibrián-Mahler.
Con el teatro Verdi desbordante de público, QUIJOTADA volvió a renovarse para seguir sorprendiendo. Con nuevas escenas incorporadas, novedoso escenario que incluyó un campanario y distintos niveles de altura, más el habitual despliegue escenográfico y un excelente vestuario de época, los artistas QUIJOTES volvieron a deslumbrar. La emoción, nacida desde arriba del escenario, recorrió cada pasillo del teatro y contagió a las casi 800 personas presentes, que tras cada escena aplaudía y aclamaba a los actores.
Un magnifico trabajo de luces, más el registrado buen sonido del lugar, completaron otra noche inolvidable dentro de la larga y rica historia de QUIJOTADA.